Llegué a la estación de Tren de Praga esperando
salir a las dos de la tarde pero nunca encontré el andén ni el tren que
supuestamente me llevarían a Viena. Espere una hora más y partí a las tres de
la tarde para Viena. El recorrido de Praga hacia Viena también fue bastante
bonito, praderas verdes y ocasionalmente bosque.
Antes de llegar a la estación de Viene revise
las instrucciones para llegar al Hostal. Como la estación principal estaba
cerrada por obras, parecía que iba a ser muy complicado llegar al Hostal.
Afortunadamente, resultó más sencillo de lo que pensé. Únicamente tenía que tomar una línea del
tren. Después de llegar a la estación, caminé tratando de encontrar el hostal
pero no daba con la calle así que una vez más tuve que preguntar. No tuve mucha
suerte con los primeros a los que les pregunté, de hecho no hablaban inglés
solo alemán. Finalmente, en un puesto de revistas me dijeron que el hostal
estaba a una, máximo dos cuadras del hostal.
El hostal resultó ser bastante grande y con
bastante huéspedes. Pertenece a una cadena de hostales llamada “Wombats”,
bastante buenos. Llegué a mi cuarto, acomodé mis cosas y conversé un rato con
uno de los otros huéspedes que estaban en el cuarto, el buen Ignacio. Ignacio
era un argentino que llevaba casi mes y medio viajando, muy buena gente. La
conversación no fue tan extensa porqué tenía hambre así que me fui a buscar
algo de comer. Encontré un McDonald’s
muy cerca del hostal así que ese día hamburguesa fue la comida. Terminé
de comer y me fui a dar una vuelta para ver que bares había cerca. No encontré
mucho, la mayoría eran cafés / bar, prácticamente vacíos o muy pequeños. Era
lunes así que, probablemente, era una situación más bien lógica.
La última noche en Praga había conocido a una
austriaca (Zara) que me había dado el nombre de buenos lugares para salir, así
que fui en busca de ellos. Cómo tenía tiempo y quería conocer más de la ciudad
decidí caminar del hostal hacia el lugar donde se ubicaban esos bares. El
camino resultó no ser tan corto, pero tuve oportunidad de ver algunos barrios
de la ciudad y, además, me encontré con un chingo de “Table dance” austriacos.
Muy pintorescos porque tienen “vitrinas” desde donde te saludan las chicas y te
invitan a pasar. Continúe caminando hasta llegar a los bares de los que me
había platicado. Resultó que los bares eran más bien antros. Había bastante
gente y buena música, así que me emocioné. Quise entrar a uno y no pudo, me
dijeron que era “evento privado”. Fui a otro, y me dijeron que si no era
estudiante no podía entrar. “Chale”, dije y me desesperé un poco. Pensé que la
noche ya había valido madre, así que caminé de regreso al hostal. Topé otro
antro del mismo estilo de los primeros, pero ya no me animé a preguntar así que
continúe regresando. Era alrededor de la una de la mañana y aunque caminaba de
vuelta al hostal, seguía necio a encontrar algún lugar para pasar lo noche. Por
un momento, pensé en meterme a uno de los “teibols”, pero nah, el chiste era
conocer a gente normal. De pronto, mis oídos percibieron el sonido de música
bastante buena. Seguía la melodía y llegué a un bar, que aunque aparentaba
estar vacío a la entrada albergaba a bastante gente joven n su interior. ¡EH!,
había encontrado mi lugar. Pedí unos tragos y me puse a bailar. Había un chingo
de chavas. La mayoría como de 21 – 22 años. El ambiente era hipster y la música
estaba bastante buena. La pasé bastante bien ese día. Finalmente, terminé
conociendo a la que, en un inicio, me pareció la mujer más linda del lugar.
Natalia, era su nombre y hablaba español. De hecho, cuando empezamos a platicar
estaba emocionada porque estaba conociendo a un latino. Me la pasé bastante bien esa noche. Me gustó
lo que pasó, de no tener ni un lugar a donde caer, terminé en lo que más bien
fue fiesta de reencuentro de unos amigos de preparatoria de Austria y, no solo
eso, sino que terminé con la chica más linda de lugar.
Al día siguiente, recién me desperté encontré a
Ignacio aún en la habitación. Me platicó que iba a ver un castillo, me invitó.
Cómo yo no tenía un plan muy definido y quería conocer también ese castillo (Schonbrunn)
me fui con él. Nos aventamos unas pláticas bien interesantes tanto de
Latinoamérica como de la perspectiva laboral y de vida en nuestros respectivos
países. Resulta que este último punto no es tan distinto en nuestros países. El
Castillo perteneció a la dinastía de los Habsburgo y tiene unos jardines y
esculturas muy bonitos, creo que es uno de los lugares que deben ser visitados
en caso de ir a Austria.
Después de ver el castillo caminamos de vuelta
al Hostal. Ignacio continúo su camino hacia el Danubio, yo pasé un momento al
Hostal, comí algo y me fui a otro castillo (Belvedere). Ese día caminé un
chingo, para no variar, pero tuve oportunidad de conocer varios parques y
edificios. El castillo también es bonito aunque es más pequeño que el
Schonbrunn y, además, es gratis.
La noche de aquel día la pasé en el Bar del
Hostal. Ahí conocí a unas canadienses bastante lindas aunque se fueron
temprano, después me hice amigo de la bar tender (Julia) y, más tarde, conocí a
María, una alemana e ingeniero químico que estaba ahí por algo de trabajo o al
menos eso recuerdo. Más tarde me encontré con Ignacio y echamos unas chelas
también. De hecho, ahora que recuerdo también me encontré con uno de los
canadienses de Praga. Fue otra noche de lo mejor, Julia terminó más tarde
conmigo.
Continúe conociendo el centro de Viena. Creo
que es una de las ciudades más bonitas en las que he estado. Casi para
cualquier lado que se mire uno encuentra algún edifico, iglesia o escultura a
la cual sacarle foto. Además, tienen una cultura similar a la alemana en donde
todo guarda un orden casi perfecto. La tercera noche no fue tan movida como las
primeras dos, así que ese día dormí un poco más temprano.
Al siguiente día partí después del medio día reinicié
mi camión hacia el este. Mi siguiente destino sería Budapest. No era un
recorrido tan largo, alrededor de tres horas y media. No sabía que esperar de
esas ciudad. En realidad nunca supe que esperar de alguna de las ciudades que
visité. En general, no hice un investigación de lo que había en cada lugar sino
que, más bien, esperaba hacer mi magia y dejarme sorprender por el lugar.
Recién llegué a Budapest percibí un cambio con
respecto a las otras ciudades en las que había estado. La estación era más
simple y de hecho se veía algo vieja. Lo primero que hice fue reservar mi lugar
para el siguiente destino del viaje (Bucarest) pues tenía que tomar un tren
nocturno para llegar allá. Una vez con mi boleto listo para Bucarest busqué el
metro pues tenía que tomarlo para llegar al hostal. Esta vez la entrada al
metro no estaba dentro de la estación de trenes. Salí a buscarla, mientras
caminaba no pude dejar de notar que las húngaras son bastante guapas. Encontré la entrada al metro unos cuantos
metros fuera de la estación de tren. Afortunadamente cuando compré mi boleto
para Bucarest, aunque había pagado con euros me dieron cambio en florines
húngaros así que pude comprar mi boleto del metro sin problemas. Las
instalaciones del metro húngaro lucen viejas e incluso un poco descuidadas, al
igual que los vagones. Sin embargo, funcionan bien.
Mi recorrido en metro no fue muy largo. Llegué
a una plaza donde debía tomar un tranvía que me dejaría a unas cuadras del
hostal. Pensé en caminar por un momento, pero después de preguntarle a un señor
si estaba cerca me sugirió que tomara el tranvía. La parada a la que tenía que
llegar no resultó estar tan lejos como el señor lo sugirió. Al menos estuvo
entretenido el paseo en tranvía. Tardé un poco en dar con el hostal. De nuevo
me negué a preguntar y caminé sin estar seguro del rumbo. Cuando al fin
pregunté, resultó que estaba caminando en dirección contraria a donde estaba el
hostal. Ya caminando en la dirección
correcto no tardé más de diez minutos en dar con el hostal.
El hostal estaba en el segundo piso de un
edificio y, de acuerdo, a lo que había leído el resto del edifico era un
bar/antro, lo cual resultó ser cierto. Una vez instalado tomé un baño y me
rasuré la cabeza. Después salí a dar una vuelta y a buscar donde comer. Terminé
en un restaurante en una plaza equivalente a Coyoacán en Budapest. Ese día comí
platillos húngaros tradicionales. Me gustaron. Después de comer, continúe
caminando por los barrios aledaños al hostal hasta que llegó la noche.
Compartía mi cuarto con unas neozelandesas que
me cayeron bastante bien. Lucy, Kirsty e Leigh eran sus nombres. La primera
noche se quedaron a descansar pero prometieron que al siguiente día haríamos
algo. Le pregunté al recepcionista del hostal si sabía de alguna buena fiesta,
buscamos en internet y resultó que había un evento en un bar cercano. Hice
tiempo caminando y después me lancé a la fiesta. El lugar resultó bastante
pintoresco. El local eran los dos últimos pisos de un edifico abandonado. Lo
que no estuvo tan padre es que fui el primero en llegar y aunque estuve casi un
par de horas únicamente llegarían unas quince personas más. La música estaba
buena pero sin personas no tenía caso que me quedara ahí por mucho tiempo.
Salí de ahí y caminé de regreso al hostal sin
dejar de tratar de encontrar fiesta en algún lugar. No fue hasta que llegué al
hostal que encontré el mejor lugar para quedarme, el bar que estaba debajo del hostal.
Había mucha gente y, además, tenía diferentes secciones con diferentes tipos de
música. Yo me quedé en donde estaban mezclando canciones con un estilo dubstep.
Baile bastante y, de hecho, hubo un momento en que la “bailarina” más experimentada
del lugar intercambiábamos pasos, lástima que venía acompañada. Estuve hasta
las cuatro ahí y me fui a dormir.
Al siguiente día paseé por Budapest. Después de
caminar un rato y de observar la Catedral y la Casa de Opera me subí a un
camión tipo “Turibus”. Creo que ese día fue la mejor idea que pude tener porque
caminando no hubiera podido llegar a todos los lugares que mostraba el camión.
Vi algunos castillos, la casa del parlamento húngaro, las sinagogas, entre
otras cosas. En este recorrido percibí a Budapest como una ciudad un tanto
sombría. Algo hay en el ambiente que
provoca esa sensación. Quizás sea la historia tan caótica de esa ciudad.
Terminó el recorrido del camión pero aún había
algunos lugares que no había podido ver bien, así que caminé de vuelta para
allá. Estuvo un poco cansado pero valió la pena observar con más detenimiento
algunas partes de la ciudad, más que nada, porque ese día el atardecer fue
bastante bonito.
Después de mi caminata y de observar mejor la
ciudad comí algo y regresé al hostal. Kirsty, la neozelandesa, me dijo que si
estaba listo para la noche. Obviamente le respondí que si. Quedamos en vernos
como a las 8. Mientras tanto, yo fui por algo de tomar a la tienda. Dieron las
ocho y regresé al hostal para ver a mis nuevas amigas. Como buenas mujeres,
tardaron un poco más en estar listas. Mientras tanto, conocí a una española con
la que estuve platicando un rato. Listas la neozelandsesas, partimos hacia
donde ellas estaban seguras que habría buenas fiestas. En el camino platicamos
un poco, la verdad es que el acento neozelandés no me pareció tan claro y me
costaba trabajo entenderles pero de alguna manera seguíamos conversando.
Llegamos al lugar donde ellas estaban seguras íbamos a encontrar un grupo para
hacer un “Pub Crawl” pero no encontramos a nadie. El plan inicial se frustró y
terminamos paseándonos por algunos bares hasta que, sin querer, regresamos cerca
del hostal. Una vez que nos dimos cuenta que estábamos muy cerca del hostal
entramos al bar que estaba bajo el hostal, una vez más. Estuvo divertida la
noche.
Al día siguiente me despertaron las
neozelandesas con su escándalo, ¡ja!. Me bañé, platicamos un rato más por la mañana
y como era probable que no nos viéramos el resto del día (nuestro último en
Budapest), nos despedimos. Como ya había visto la mayor parte de la ciudad ese
día fui a un museo que me había llamado mucho la atención, el Terro Haza
Museum. Es un museo dedicado a los regímenes Nazi y Comunista en Hungría. Se
encuentra en el exedificio de las policías secretas de estos regímenes. Está
bastante cabrón lo que muestran adentro, pero bastante recomendable.
Después del museo, comí algo caminé un rato más
por la ciudad. Regresé al hostal, hice un poco de tiempo ahí y más tarde me
lancé a la estación de trenes para partir a Bucarest.
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