sábado, 15 de marzo de 2014

My Top 10 Songs

It’s hard to choose only 10 songs, but here is my Top 10 list. Some of them are old songs, some are new. They all have provided inspiration, happiness, advice or relief, haha. No matter how long it has been since the first time I listened to them, they still make me smile and feel good. I think they will always do that.

Edward Sharpe and the Magnetic Zeros  - Home. First time I listened to it was on my Eurotrip, a few weeks after I met you. I was in Warsaw, met a polish girl and stayed at her apartment. She "made" me listen to the song. The outcome was we didn’t stop listening to it while I was there. The lyrics are just perfect. Happiness turned into music. Especially for those who travel.


Gorillaz – On Melancholy Hill. This one makes me smile every time I listen to it. Love everything about it, even the video clip haha. All the lines in the lyrics are good, but those at 2:13 are the best; “If you can’t get what you want, then you can with me”.


Explosions in the Sky - Your hand in mine. This one is from my favorite football movie (Friday Night Lights). I always think about it as perfection needs no lyrics, the title says it all. So few things as meaningful as when someone holds your hand supporting you (could be anyone, teammates, friends, a girl, etc.) Of course when I watched the movie, it made me thought about those days when I was on the field.

Long version

Short version (with scenes from the movie)


Bloc Party – This Modern Love. I think I love this one because it fits perfectly with the way I am, kind of “absent minded” (daydreaming too much, probably). The last two minutes are amazing, can’t stop dancing while listening to it and the way it close, I have no words for it just “Do you wanna come over and kill some time?... Throw your arms around me?” that simple, haha.

The National – Without Permission. So hard to choose only one. A couple years ago, I would have chosen Slow Show (Awesome song). Makes me think about some of the “goodbyes” recently made: “all I'm asking for is come back for just one day… and make it worth the while just to see your smile”.



Thrice – Trust. I can’t deny my past as a punk teenager. In fact, I still enjoy punk. It’s been a while since the first time I listen to this song (I was 19). But it totally was involved to define the way I see human relationships: “I know there’s no such thing as safety... But I know what a promise can do!”



Jimmy Eat World – A Praise Chorus. A little more punk. This song it’s about waking up in life or something like that, I guess. Its lyrics are very honest: “Things are never going to be the way you want… Where's it gonna get you acting serious?”. Makes me think I can’t stay still, opportunities to be happier, better, etc. are everywhere.


Smashing Pumpkins – Thirty Three. I totally love this band. It was hard to choose just one song. But this one is so special. Reminds me of the first time I went away on a long trip and makes me think on the way I evolve every time I face new things.



Bruce Springsteen – Secret Garden. A very romantic song. For me, It’s about how to get into a girl’s heart. I love the sax on the final part. 


Wilco – Jesus, etc. Don’t be scared, it’s not a religious song haha. Just a lovely song, perfect to go driving anywhere on a sunny afternoon. “You were right about the stars… Each one is a burning song.”


The Capsules – Across the sky. I love the vocals, the beat, the lyrics especially when they sing “I know you’ll always find me”. They’re not very famous though. 


Special mention to: Apparat – Song of Los, Jumbo - Siento que..., The XX – VCR, MGMT – Kids, Crystal Castles – Vanished, Arcade Fire – Sprawl II, Phantogram - Futuristic Casket, Guns N' Roses - Rocket Queen, God is an Astronaut - First Day of Sun, Foals - Spanish Sahara, The Naked and Famous - Young Blood, Julieta Venegas - El Presente, Beach House - Lazuli, Death Cab for Cutie – Lightness, Bon Iver – Holocene, Metric – Help I’m alive, Moby – Everloving, Of Monster and Men – Lakehouse, Josh Ritter – Monster Ballads, Lou Reed – Perfect Day, Mick Jagger - Visions of Paradise, Lana del Rey - Video Games, Regina Spektor - Us, The Kooks - Sway, Ataris - In this Diary, Taking Back Sunday - You're so last summer…. And many more, but it was a top 10 haha. Enjoy the music!

lunes, 3 de diciembre de 2012

Europa (7) - Final



El regreso a Varsovia estuvo un poco pesado. Doce horas de camino y lo menos chingón fue que esta vez no fue por la noche sino por la mañana. Así que el lunes de esa semana lo pasé casi todo el día viajando en el camión. Cerca de las once de la noche, al fin llegué a Varsovia. A la misma terminal de la que había partido. Todo era más callado por la noche. Di un par de vueltas pensando en que hacer. Tenía hambre. Nada estaba abierto ya. Saqué mi libreta con los itinerarios de trenes para ver el nombre de la estación a la que tenía que moverme para irme  a Berlín. Salí de la terminal y tomé un taxi con dirección a la estación. 

La estación estaba en el mero centro de Varsovia así que había mucho movimiento tanto a los alrededores como en la misma estación. Trenes llegaban de todas partes: Berlín, Ucrania, Moscú, etc. La Eurocopa estaba en su apogeo así que gente de todas las nacionalidades transitaba por los pasillos de la estación. El primer tren a Berlín salía hasta las 6:30 de la mañana. Apenas era media noche. Me acerqué a las taquillas para comprar mi boleto pero no había nadie. Pensé que ya habían cerrado. 

Estación de trenes de Varsovia
Me senté en una de los pocos lugares libres que había para hacerlo. Mucha gente esperaba también su tren en la madrugada así que era difícil encontrar un buen lugar para descansar. Había un par de borrachines que habían acaparado unas bancas para dormir pero no tardaron en ser despertados y corridos por la policía, ¡ja! Unos instantes más tarde me percaté que había gente atendiendo en las taquillas. Compré mi boleto y regresé a mi lugar. Conocí a un güey de Estonia bastante amigable. Venía de Madrid. Era skater y salía de vez en cuando a giras internacionales. Recordé que tenía hambre y ese güey me había dicho que tenía sed, así que fuimos a dar una vuelta por los alrededores a ver si encontrábamos un lugar para comprar algo. 

El centro de Varsovia era de colores esa noche. Luces iluminaban los distintos edificios y las instalaciones del Fan Fest. Llegamos a los pasillos del metro. Ahí encontramos una tienda abierta. Se me antojaba algo más sustancioso que lo que la tienda ofrecía. Pregunté por un puesto de Kebabs o de hamburguesas pero nadie me supo decir si había uno cerca. Compré un sándwich y un refresco. Justo después que salíamos de la tienda, a la vuelta, había un puesto de Kebabs. Así que me quedé a comer ahí. El güey de Estonia se regresó a la estación.

El Palacio de Cultura.
Tardé un rato comiendo mi Kebab. Deliciosa comida. Resultó que el hombre que atendía el restaurante era egipcio. Mansour es su nombre. Estuvimos platicando un rato. Me contó sobre lo difícil que es vivir en Egipto siendo cristiano o no siendo musulmán. Se quejaba también sobre lo “racista” que es la gente en Polonia. Me decía que yo (blanco, alto y occidental… chale) era bien recibido en Polonia y que, de hecho, tenía grandes posibilidades de que una polaca me hiciera caso, por ejemplo. En cambio, a él era probable que si hablaba con una extraña no le regresara ni el “hola”. Me pareció un tanto rara su percepción pero ya tenía tiempo viviendo ahí y además estaba casado con una local (todavía más raro). Me habló de lo chingón que era Egipto y de lo mucho que extrañaba estar allá. Yo le platiqué sobre México y sobre mis aventuras en Europa, especialmente en Varsovia. La causó gracia todo lo que había pasado. Fue un interesante intercambio cultural y de experiencias. Por ahí de las dos y media me despedí y regresé a la estación. 

En el camino, me topé con algunos borrachines que pedían zlotys para más alcohol. Casi siempre eran graciosos. Antes de llegar a la estación pensé que era buena idea dar una vuelta por los alrededores. Esperaba encontrar algún bar interesante en donde pasar un rato más. Pero los que encontré ya todos estaban por cerrar o había puro güey. Me senté un rato a un lado del Fan Fest a contemplar el Palacio de Cultura construido por órdenes de Stalin para recordarles a los polacos lo pequeños que eran (eso es lo que me había contado Ania). Después de un rato me dio frío así que ahora si regresé a la estación. Ya faltaba menos para que el tren partiera.

Al fin aparecía anunciado el tren. Así que me apresuré para ir al andén que correspondía. No había dormido mucho pero no me sentía cansado. Abordé el tren y partí hacia Berlín. Mi camino de vuelta a occidente comenzaba. El tren era un poco más austero de los que me habían tocado con anterioridad. Hizo varias paradas en el camino, eso a veces me ponía nervioso. Siempre que un tren se paraba me daba nervios que me fuera a equivocar y no me fuera a bajar en la estación en la que debía. Era como una especie de paranoia, jaja. 

Fue un viaje de cuatro horas. Cerca de las once de la mañana ya nos encontrábamos cerca de Berlín. En la penúltima estación leí que decía Berlín así que le pregunté al señor que venía en la misma cabina que yo que si ya habíamos llegado. Era alemán, se rio y me dijo que esa estación era muy pequeña para ser la central de Berlín, que el tamaño de la estación me haría saber cuando estuviéramos en Berlín. Se me hizo interesante la forma en la que respondió. Tono simpático pero, principalmente, orgulloso. 

Llegamos a la estación. El alemán tenía razón, era enorme. Y resultó que no solo era la estación de trenes local e internacional sino que además también transitaba el metro de la ciudad por ahí. Un edificio de alrededor de cuatro pisos, con tiendas y con un flujo de gente que no parecía detenerse jamás. Estuve un rato contemplando el ambiente en la estación. Todo era tan heterogéneo. Comencé a imaginar todo lo que podría ver y todo lo que me esperaba en Berlín. Me emocioné. Saqué el papel donde tenía anotada la dirección de mi hostal y me dirigí para allá.

Subí al último nivel del edificio que era donde pasaba el metro. Mientras compraba mi boleto se me acercaron un par de chavas orientales. Me pedían ayuda. Les dije lo que yo había hecho para comprar mi boleto y eso fue suficiente. Lo que hace interesante la compra de los boletos en Europa es que dependiendo de la(s) zona(s) que uno vaya a visitar y de la temporalidad del boleto (un viaje, todo el día, etc.) es  lo que cuesta, así que si no sabes en que zonas vas a transitar eso complica la compra del boleto. Como turista aprendí que casi siempre está uno en la zona A y B que corresponden al centro de la ciudad. 

Tomé mi tren. La estación a la que debía de dirigirme no estaba muy lejos. Alexanderplatz se llamaba. De ahí todavía tuve que abordar el tranvía. Tardé un poco en comprender como funcionaban los boletos del tren y tranvía. Resultó que se podía utilizar el mismo para ambos. Abordé el tranvía que me correspondía. Bajé una estación antes de la que debía (los nombres eran muy parecidos) y estuve media hora buscando un hostal en un lugar en el que nunca lo iba a encontrar. Revisé google maps y me di cuenta de mi error. Ni modo. Otra vez abordé el tranvía y ahora si bajé en la estación que debía. 

Encontré mi hostal inmediatamente. Era el hostal más grande en el que había estado en Europa. Parecía edificio de Hotel. También era el más barato. Recién entré a mi cuarto me encontré con un inglés que venía de Londres. Nos saludamos y platicamos un poco. El ya llevaba unos días ahí, solo iba de vacaciones. Me marcó en un mapa los principales lugares a los que debía ir. Una vez instalado y con la información de los principales lugares me dispuse a conocer Berlín.

Berlín es una de las ciudades más interesantes de Europa. Algunos de los acontecimientos más importantes del siglo XX ocurrieron en sus calles. El choque de dos potencias terminó por dividir a la ciudad por casi 30 años lo que le da un valor histórico único. Aún se pueden contemplar los restos del muro separador en diversas partes de la ciudad. Cuando estuve frente a la parte más extensa que aún continúa de pie y que ha sido pintada por diversos artistas, no pude dejar de pensar en lo que ha de ser estar a unos metros de distancia de tu familia y no poderla ver. Saber que intentar atravesar ese muro, probablemente, le costaría la vida a aquella persona que se atreviera. Y como eso hay otros recordatorios de los difíciles momentos que pasó esa ciudad. El conocido “Check Point Charlie” que era uno de los principales pasos de Berlín Oriental al Berlín Occidental, vigilado por las potencias occidentales y, regularmente, rodeado de tanques. El museo de la Stazi, la policía secreta de Alemania Oriental, justo a unos pasos del Check Point donde se puede revivir como operaba esta organización opresora. 

Muro de Berlín.

Check Point Charlie

Muro de Berlín cerca de Check Point Charlie.
En Berlín pase un buen rato admirando monumentos y paseando por museos. Berlín fue uno de los principales centros de operaciones del partido Nazi, así que traté de averiguar lo más que pude al respecto. Algunas de las cosas más interesantes tenían que ver sobre como muchos de los miembros del partido terminaron regresando a ser parte de la vida regular de la ciudad sin mayor problema. Otra de las cosas interesantes son los monumentos erigidos en la parte oriental a los soldados rusos que fueron muy importantes en la liberación de la ciudad. No terminé de definir hasta que punto, el hecho de que hubiera monumentos soviéticos representaba un orgullo o una infamia para la ciudad. Quizás, simplemente son una marca de la historia y ya.

Otros lugares interesantes son la Columna de la Victoria (No, no es como el Ángel de Reforma) y el Reichstag. Hay que caminar un largo tramo para llegar de uno al otro pero el paisaje boscoso es bonito. En el Reichstag no pude dejar de imaginar lo que se hubiera sentido estar en un discurso del mismo Adolf Hitler con todo y desfile militar. Vaya experiencia que hubiera sido. El primer día que fui a las inmediaciones de ese lugar se jugaba el partido entre Holanda y Alemania así que había pantallas en toda la explanada que conecta a estos dos monumentos. Muchísima gente se congregó para ver el partido. Fue muy emocionante acompañar a los alemanes observando un partido de su selección nacional. 

La Columna de la Victoria.

Reichstag antes del partido entre Holando y Alemania.
Las manifestaciones artísticas en Berlín también son muy variadas. Se puede intuir desde la manera tan diversa en la que viste la gente. Creo que no he visto una ciudad con tantas mujeres perforadas y tatuadas como Berlín. Las galerías de arte con pinturas estrafalarias son bastantes comunes. Así como los centros de venta de arte independiente. Algunos de ellos parecían comunas hippies. 

El ambiente nocturno es también muy diverso. Desde bares de rock pesado hasta bodegones a donde resuena durante toda la noche música techno, o lugares más fresas donde se puede escuchar música común y corriente. Fascinante. El único problema es que el “buen desmadre” no  es tan accesible, al menos para mi no lo fue. Muchos de los mejores eventos ocurren en la escena “underground” entonces hay que andarle buscando o de preferencia conocer a alguien que esté bien enterado.

Cuando salí la primera noche, lo hice siguiendo las instrucciones del inglés. Terminé en un barrio del sureste de Berlín, no muy lejos de Kreusberg. Había bares, pero no había mucha gente. Entonces solo terminé comiendo en un lugar de pizzas, bastante buenas por cierto, y viendo el partido de Polonia.  Eché un par de cervezas en el bar del hostal y esa noche transcurrió sin que sucediera gran cosa. La segunda noche estuvo más movida pues habías sido el juego de Alemania y Holanda. Pero, otra vez, por más que busqué no encontré un lugar con suficiente buen ambiente como para clavarme. Así que solo cené y me regresé al hostal. Para el tercer día, opté por lo más seguro, me uní a un “pub crawl”. Ufff, que noche. Me hice amigo de unos brasileños (Carol, Dani y ya no me acuerdo del nombre de los otros) y de una argentina (Paula) y se armó muy buen desmadre. Bebimos, bailamos, cantamos… yo hasta terminé corriendo con una inglesa desconocida en la calle. Creo que debí haberme escapado con ella. Ahora que lo recuerdo esa noche también dejó una marca especial en el viaje. Qué chingona gente hay en el mundo pero, sobre todo, que chingón soy para encontrarla. Paseamos por cinco diferentes bares, cada uno un poco más intenso que el otro. Ese día terminé regresando a las cuatro al hostal. Fui de los últimos en salir del bar. Caminé por toda la avenida Marx contemplando lo que solía ser parte de Berlín Oriental. Sentía como si hubiera hecho mío a Berlín en unos poco días.

Al siguiente día partí hacia Frankfurt, ya era viernes. Había quedado de ponerme en contacto con Paula, la argentina, para ver si nos veíamos después. Lamentablemente, tenía un vuelo que tomar. Mi camino a Frankfurt fue bastante tranquilo. Una vez más gozaba de la eficiencia y comodidad de los trenes alemanes. No tenía muchos planes para Frankfurt pues solo estaría un día. Además, había leído que no era una ciudad tan interesante para los turistas.

La estancia en Frankfurt no tuvo mucha relevancia. Una vez instalado en el hostal, di una vuelta por el centro. No había mucho que observar. Algunas casas alemanas antiguas y algunas iglesias de arquitectura llamativa fue lo que más resaltó. El hostal donde me quedé estaba en una zona especialmente pintoresca, rodeada de casinos y “teibols”, ¡ja! Pero esa noche no hice mucho. Solo salí por un kebab de pollo y tomé un par de cervezas en el bar del hostal mientras platicaba con unas mexicanas que conocí ahí. Esa plática me hizo darme cuenta lo mucho que iba a extrañar a las europeas.

A la mañana siguiente comenzó la aventura del regresó a México. En Frankfurt no tuve éxito, así que tuve que comprar un vuelo a Madrid pues me decían que probablemente ahí tendría más suerte de abordar un avión de la aerolínea a la que pertenecía mi boleto. Pasé una noche en Madrid donde pude dar una rápida vuelta al centro. Bonito lugar. Me sorprendió, sobre todo, que mucha gente estaba en la calle con botellas de vino que tomaban sentados en la banqueta. Las españolas bien arregladas y, muchas de ellas, muy guapas. Tengo que regresar a conocer bien Madrid. 

Regresé a descansar al aeropuerto a la una de la mañana. Apenas alcancé el metro que me regresaría a la terminal. Encontré una banca más o menos cómoda y ahí pasé el resto de la madrugada. 

Más tarde, fui el primero en presentarme a documentar. Quería que todo estuviera en orden lo más pronto posible. Al documentar me dijeron que había mucha gente en espera como yo. Me puse un poco nervioso. Fui a la sala de espera que comenzó a llenarse cada vez más. Las señoritas del mostrador empezaron a vocear nombres. No sonaba el mío. Faltando poco para la hora de vuelo, me acerqué al mostrador. Pregunté sobre mis posibilidades de abordar el avión. No fueron muy optimistas. Esperé un momento más y volví a preguntar. No hubo cambio en mis posibilidades. Harto, decidí que mejor me iba a buscar un hostal y descansar. Me quedaría unos días más y después buscaría como volver. Le dije a una de las señoritas del mostrador que si me podía indicar donde recogía mi equipaje. Respondió que me acompañaría por él. Después de dar unos cuantos pasos, ella me sugirió que me quedara un momento más, que no me daba, como tal, esperanzas pero que a veces pasaban cosas. Accedí, que más daba esperar 20 minutos más si ya había hecho todo el esfuerzo por llegar de Frankfurt a Madrid. La gente abordó el avión. Una vez más me acerqué para preguntar si había espacio. La respuesta fue negativa. Había una computadora cerca así que fui a consultar hostales y precios de vuelo. Justo cuando estaba abriendo el explorador, escuché alboroto en el mostrador del vuelo. Una de las señoritas salió corriendo, pasó a un lado de mí, y vocearon un nombre que no alcancé a distinguir. Cerré la sesión en la computadora y me acerqué al mostrador para preguntar que había sucedido. Me dijeron usted es “antorcha”. Así es, respondí. No llegó un pasajero, puede abordar- me dijeron. La señorita que había salido corriendo me había ido a buscar, pensaron que ya estaba recogiendo mi equipaje. No lo podía creer, me despedía de Europa casi de la misma manera en la que había llegado. Ni pase de abordar me dieron solo me dijeron el número de mi asiento. Sentado en mi lugar, al  fin comencé a caer en cuenta de lo que estaba ocurriendo. Se acababa uno de los viajes más chingones que jamás hubiera podido realizar. Justo cuando el avión tocó el suelo de la Ciudad de México pasaron todas las historias que he escrito aquí por mi cabeza. Inevitable que un par de lágrimas corrieran por mis mejillas… Quiero más de todo esto que viví.

lunes, 22 de octubre de 2012

Europa (6)



El viaje a Riga fue, en su mayor parte, de noche. Justo cuando el camión salió de Varsovia se introdujo en una zona boscosa. Me gustó el paisaje lúgubre formado por los árboles en ambos lados de la carretera. El camión en el que viajaba era bastante grande, de esos de dos pisos. Ahora no recuerdo muy bien a mi compañera de viaje. Realmente no hablamos mucho. Traté de dormir lo más que pude en el camino. Ya por la mañana, una vez despierto, comí un sándwich que había comprado antes de salir de Varsovia y, como buen mexicano, también traía una coca, desayuno de los campeones ¡ja!. Obviamente el camión no iba directo a Riga sino que iba parándose en algunos lugares, por el momento, solo recuerdo la parada en la capital de Lituania, Vilna. 

En Riga me esperaba un amigo mexicano que, a su vez, tenía una amiga local que nos iba a hospedar en su casa de campo en un lugar llamado Cēsis, una campiña como a una hora de Riga. Por ahí de las diez de la mañana ya me urgía llegar a Riga, llevaba poco más de doce horas en el autobús y aunque en las paradas aprovechaba para bajar y estirar las piernas, ya era demasiado tiempo transportándome. 

Cerca de las once de la mañana, al fin entramos a Riga. Unos minutos más tarde estábamos en la estación de camión donde me esperaba Felipe, mi amigo. Pensé que iba a ser difícil encontrarlo pero la estación era pequeña y él se encontraba justo en el centro de la sala principal. Nos saludamos y compramos el boleto para el camión que nos llevaría a Cēsis. Lat es la moneda de Letonia y cuesta $25 MXN. Lo resalto porque en los otros lugares más o menos tenía idea del nombre de la moneda pero en Letonia era algo totalmente nuevo y nunca esperé que fuera más caro que el euro.

En el camino le platiqué a Felipe todo lo que he escrito en los posts anteriores. Fue un emocionante recuento de experiencias con un buen amigo. El camino a Cēsis, de nuevo estuvo adornado por bosques y praderas. En general, Europa del Este es muy verde. Llegamos a Cēsis una hora después. Bajamos del camión y nos sentamos en la banqueta. Inmediatamente, un local nos abordó y platicó con nosotros amablemente. En un principio pensé que nos iba a tratar de vender algo o pedir dinero pero, afortunadamente, solo fue plática.  Tras ese encuentro encontramos un restaurante. Como yo tenía hambre pedí algo de comer y tomamos unas cervezas mientras esperábamos a Ieva, la amiga de Felipe, que nos recogería para llevarnos a su casa.

Ieva no tardó mucho en llegar. De hecho, tuve que apresurarme a terminar mi comida porque nos pidió que la acompañáramos a la graduación de la escuela en donde su mamá es maestra. Inesperado primer destino en Cēsis. Unos minutos más tarde estábamos presenciando una tradicional graduación, con números artísticos y agradecimientos. Interesante experiencia. La graduación era de muchachos de preparatoria. No era una generación muy grande, alrededor de unos quince muchachos. Y si, había dos o tres integrantes de la generación que para que les cuento, ¡ja!. Cuando terminó la ceremonia, Felipe tomó unas fotos y dimos una vuelta por la escuela. Estuvo padre poder ver una escuela ex soviética. Más tarde nos invitaron a partir un pastel con los maestros y los directivos de la escuela. También había un par de maestras que ¡uffff! Platiqué un poco con ellas. Lindas esas letonas. 

La graduación

Ieva

Terminamos el pastel y Ieva nos dijo que su mamá tenía que hacer un par de cosas y después de eso nos iríamos a la casa. No tardamos mucho en partir hacia la casa y tampoco tardamos mucho en llegar. Era una casa de campo con exterior de madera, había una pequeña granja cerca y una especie de establo que más bien era un almacén, no albergaba animales. A unos pasos de la casa había un pequeño lago. Estábamos completamente rodeados de bosque. Creo que nunca había estado en un lugar tan verde. 

Cómo pronto comenzarían a llegar otros invitados, ayudamos a acomodar las cosas para la comida. Comeríamos afuera de la casa, lo que me pareció muy buena idea pues el clima y el paisaje eran perfectos. Una vez que todo estaba listo, acompañamos a Ieva al súper. Dimos un pequeño paseo por el centro de Cēsis en carro y pasamos a dos súper mercados. La dinámica de la vida es muy similar a la que vivimos en México solo que con menos tráfico y menos gente. Antes de regresar a la casa pasamos por un par de señores noruegos que también habían estado en la graduación. De hecho, ellos eran patrocinadores de la escuela. Ya no recuerdo sus nombres pero eran dos señores que tenían cerca de setenta años y que tenían mucho dinero, así que se la pasaban viajando a diferentes destinos del mundo y en Letonia apoyaban económicamente a la escuela en la que trabajaba la mamá de Ieva. Simpáticos los señores.


 La casa de Ieva en Cesis

Regresando a la casa comenzamos a sacar los diferentes platillos que había preparado la mamá de Ieva. La comida lucía bastante bien. Tomamos unas cervezas antes de comenzar a comer. Platicábamos con Ieva y los noruegos. Uno de los noruegos era especialmente extrovertido y cada que podía cabuleaba a Ieva. Nosotros solamente nos reíamos. La comida transcurrió muy bien. De hecho hubo un momento en el que compartimos un poco de música tradicional letona y mexicana. La mamá de Ieva, Ieva y la directora de la escuela nos cantaban canciones tradicionales de Letonia y yo les cantaba mariachis y Café Tacuba. Hubo un momento en el que incluso me puse a bailar unas cumbias. Ellas se emocionaron. 

Los días en Letonia son muy largos en el verano. Para los que estamos acostumbrados a que anochezca es especialmente confuso. Alrededor de las diez de la noche continuábamos afuera de la casa platicando, pero el cielo era igual al que se observa a las cinco o seis de la tarde en la Ciudad de México. Cerca de las once de la noche Ieva nos dijo que nos preparáramos para salir pues nos llevaría al centro de Cēsis a conocer los bares. 

No nos tomó mucho tiempo salir y por ahí de las once y media partimos hacia el centro. Comenzamos en el mismo restaurante en donde yo comí cuando recién llegamos. Un par de shots para cada quien y continuamos para otro bar. Así estuvimos casi toda la noche. Echábamos un par de shots en un lugar, bailábamos por un rato y nos movíamos para otro lugar. Eramos Felipe, Ieva, una amiga de Ieva (Madara era su nombre) y yo. Todo fluyó muy bien hasta que nos encontramos a uno de los noruegos, bastante ebrio, acompañado de dos mujeres que parecían estarlo bolseando, ¡ja! Ieva no lo quiso dejar así que tuvimos que “rescatarlo” y llevarlo a su hotel. Eso rompió un poco el ritmo de la noche. En el último bar, Ieva y yo estuvimos bailando. Se puso bueno. Más tarde Madara también bailó conmigo. Mientras tanto Felipe quien sabe que chingados hacía. Ah si, hablaba con uno de los güeyes de la graduación que nos encontramos, jaja.

Regresamos a la casa a las tres y media de la mañana. Desde antes de las tres ya había comenzado a amanecer. Cuando llegamos a la casa ya había amanecido por completo. Dormimos hasta las diez de la mañana. Desayunamos rápidamente y nos despedimos de la familia de Ieva. Su mamá nos dio aventón a la parada del autobús que nos llevaría de vuelta a Riga. 

Llegando a Riga tomamos el tranvía para ir a casa de Ieva. Vive un departamento ubicado en una unidad de esas típicas de la era soviética. A pesar de no ser muy grande, el departamento era bastante acogedor. Ese día llegaba un amigo griego de Ieva de Polonia así que fue a recogerlo. Nosotros la esperamos en el departamento.

Gianis era el nombre del griego que llegó con Ieva. Nos presentamos y platicamos un rato mientras Ieva se arreglaba para salir. Cuando Ieva estuvo lista, salimos a tomar el tranvía para ir a un restaurante en donde encontraríamos a otros amigos de Ieva. El restaurante era un buffet estilo “Sirloin Stockade” aunque un poco más caro. Los amigos de Ieva tardaron en llegar, mientras tanto, nosotros comimos y continuamos platicando. El sol de aquella tarde era bastante intenso. Llegaron los amigos de Ieva. También comieron y nos platicaban de lo que habían hecho ese fin de semana.

 Gianis

Más tarde regresamos al centro de Riga. Ieva quería mostrarnos los bares a los que suele salir. Otra borrachera potencial estaba en puerta. Al primer lugar que visitamos llegó Elena, una amiga de Ieva que Felipe ya conocía pues unos días antes había paseado con ella y Ieva por Riga.  Ese primer lugar era un bar en el último piso de un edificio, así que la vista de Riga era bastante buena. No pasamos tanto tiempo ahí pero la estancia fue buena. Caminamos hacia el siguiente bar.

En el camino al siguiente lugar, pude observar un poco más de Riga. Me recordó un poco al centro de Querétaro. A pesar de ser ciudad, el ambiente era tranquilo. La arquitectura del centro era de un estilo que se asemejaba, hasta cierto punto, al colonial aquí en México o al menos así me lo pareció a mí. Durante la caminata, platiqué con Elena que también hablaba español, además, de ruso e inglés. 



Riga

Llegamos al “Shot Café”, ese era el nombre del lugar al que Ieva nos llevó. La dinámica en ese lugar consistió en que cada quien debía escoger un trago e invitar una ronda para la mesa completa. La plática entre shots estuvo bastante buena. Las letonas y el griego empedaron rápido. Felipe y yo, como buenos mexicanos, nos mantuvimos en buen estado quizás un poco mareados. La tensión entre Felipe y Elena, que se habían caído muy bien desde que salieron la primera vez, crecía. Desaparecieron un rato en el bar, ¡ja! Mientras tanto, los demás seguíamos en nuestro desmadre. Cuando regresaron solo estuvimos durante un rato más. Ieva, el griego y yo partimos a la casa dejando a Felipe y Elena para que terminaran lo que habían iniciado. 

 Elena y Ieva

Llegamos como a las dos de la mañana a casa de Ieva. Nos fuimos a dormir inmediatamente. Bueno, en realidad yo no pude dormir mucho. Felipe llegó en la mañana cuando yo estaba por salir para la estación de camiones. Me despedí de todos y agradecí a Ieva por el hospedaje y las buenas experiencias.

Tomé el tranvía a la estación. Llegué unos minutos antes de que mi camión partiera, así que tuve tiempo para comprar algo de comer y gastarme los últimos Lats que me quedaban. Lloviznaba en aquellos momentos, indicio de que la estancia en Riga había tenido un “timing” perfecto. Abordé mi camión y partí de regreso a Varsovia.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Esa Necedad…




 De querer trascender en la vida de personas que pertenecen a mundos totalmente ajenos al mío. Bueno, no sé si sea necedad o una especie de reto autoimpuesto, ¡ja!. Lo que sé es que ya lo logré una vez y recientemente creo que encontré otra oportunidad de hacerlo. Está cabrón porque es meterse, hasta cierto punto, en un camino espinoso. Pero ¡bah!, como si hubiera cosas fáciles.

Es curioso, uno va caminando por la vida pensando que en las diferentes atmósferas en las que uno se mueve todo está controlado. Pero de vez en cuando, sin esperarlo, aparece alguien que lo desestabiliza todo. Mueve el panorama. A veces, desearía que no sucediera eso pero sería como estar muerto, quitarle la emoción a la vida ¡ja!. 

De hecho, recientemente pensaba en lo “incómodo” que resulta que alguien te llame la atención más del promedio. La incertidumbre que genera cada uno de los actos y palabras, realizados y pronunciados frente a la persona en cuestión. A veces uno quisiera que existiera una fórmula o un proceso prediseñado que indicara claramente los pasos y reacciones que te indicaran el avance logrado, pero no existe y nunca existirá tal cosa. 

En estas recientes aventuras me ha quedado muy claro que todo lo que uno hace tiene que ser sin esperar algo de por medio. Incluso, luchando contra cualquier ilusión que pudiera crearse al respecto. Sí, no es fácil pero es lo más sano y lo mejor. De cualquier manera, cada vez que me enfrento a situaciones de este tipo me voy dando cuenta de que me hacen más fuerte, me dan más inteligencia emocional e, incluso, me hace más atrevido. 

La vida es un juego y hay que divertirse mientras dura. Las posibilidades son tan infinitas como nos las podamos imaginar. Si, de vez en cuando saldremos raspados pero eso es parte de cualquier juego y es lo que, muchas veces, te hace mejorar.

Me acordé de esta canción que es tremendamente melosa y de los tiempos de la prepa. Está buena y el coro me hizo reír bastante.

"You know I'm such a fool for you..."