Me encontré esto que escribí poco antes de la
mitad de mayo y me dio risa, después de lo que sucedió precisamente después de
esa semana:
Avanzar un paso y retroceder dos, es una de las
peores sensaciones que se pueden experimentar. El fin de semana pasado estuvo
muy movido, realmente casi todos los fines de semana de este año lo han y eso ha
sido bastante bueno.
Entre algunas de las cosas que más me han
gustado de este año es el hecho de que prácticamente le he hablado a cuánta
mujer se me ha cruzado. No sé, me he venido sintiendo mejor y más seguro. He
tenido buenas experiencias a lo largo de estos meses hablando con personas nuevas, desconocidas. Hasta el fin de semana pasado no se me había dificultado dirigirme a mujeres desconocidas que me llegaran a parecer atractivas. Sin embargo, el sábado (12 de
mayo) debido al festejo de cumpleaños de un buen amigo fui a un lugar en la
Condesa, donde obviamente esperaba encontrar buen ambiente y una cantidad
significativa de mujeres atractivas. Ambas condiciones se cumplieron. Mi mente
se empezó a acelerar ingeniando “maneras” para acercármeles a alguno de los
tantos grupos de mujeres solas que circulaban por el lugar. Incluso, uno de mis
amigos y yo nos retamos mutuamente para ver quien le hablaba primero a alguna.
No funcionó el reto. Por más que tuve en la punta de la lengua palabras y
frases de entrada que me parecían sumamente correctas e incluso ingeniosas nada
pasó. Es más en algún punto de la noche sentí que me rodeaba una caja
transparente que impedía que cualquier sonido emitido por mi fuera a ser
escuchado por alguien (de esas veces que uno solo se hace pequeño). Y así, por más que hubiera miradas que se
cruzaban, e incluso, se sostenían con algunas de las mujeres presentes en el
lugar nada ocurría. Así, la moral interna comenzó a decaer e incluso me sentí
mal conmigo mismo. ¡Y cómo no!, chingos de mujeres solas y a ni a una le había
podido hablar en el transcurso de la noche.
Más tarde logré cruzar palabras con un par,
pláticas nada trascendentes. A una tercera, incluso le quise invitar una cerveza
y, aunque su respuesta fue positiva, su actitud no me agradó del todo así que
no hubo más.
Dirían algunos (o al menos eso creo) “No estuvo
tan mal, al final al menos hiciste ‘algo’”. Puedes ser, pero creo que ya no
estoy para este tipo de situaciones. Como decía al principio, creo que he
tenido un avance importante en este rubro de la vida y me revienta sentir que
retrocedo. Quiero y deseo poder hablar con cualquier mujer, y lo he hecho, es
solo que a veces se me va el pedo.
Fin de lo escrito ese día…
Me dio risa leer esto después de haber
regresado de Europa porque en las semanas que estuve allá rectifiqué que si he
avanzando y que, en ocasiones, tengo días “malos”. Pero que una vez que dejo
que la música y la diversión fluyan, todo lo demás es muy sencillo. En fin, aún
tengo que escribir al respecto de Europa. Lo haré próximamente.
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